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El Combate de Guenque en tierras de Vargas, dentro de la Libertadora (página 2)




Enviado por León Morales



Partes: 1, 2

"Claro está, cuando no se combatía los partidarios dejaban a un lado las acciones revolucionarias y regresaban a sus conucos a trabajar la tierra; regresando después a sus faenas revolucionarias. Mi abuelo Manuel María Mayora perteneció a las fuerzas que comandó en ese momento el afro-descendiente General Juan Rodríguez".

Mi abuelo Manuel María Mayora, dirigiéndose al General Rodríguez, le solicitó lo siguiente:

"Gral. Rodríguez, le solicito que usted me permita ir a mi rancho a ver a mi familia y pá ir a sembrar algunas semillas de carautas y maíz por allá por los lados de La Ceiba en La Pericosa; en tierras de la Hacienda "La Florida" y entre Santa Rosa de El Güire, Chichiriviche y Uricao".

El Gral. Juan Rodríguez, le dijo estas palabras a mi abuelo Santamaría:

"Mira moreno, yo te voy a decir una cosa ahorita; hoy no hay permiso para nadie en la tropa que está bajo mi mando; ya que estamos esperando una pelea arrecha, que solo es para hombres con pelos en guáramo y con las bolas bien puestas; para ello necesitamos tener a toda nuestra gente agrupada en estos momentos".

"Ante tal situación, mi abuelo Santamaría no le respondió nada al Gral. Rodríguez; yéndose a dormir aparte del grueso de la tropa y aprovechando la oscuridad de la noche decidió fugarse del campamento en donde estaban atropados. Eso sería como a las 11 de la noche dirigiéndose luego a donde estaban su mujer y sus hijos en La Ceiba; optó preferiblemente por irse al conuco, antes que de quedarse en el rancho; ya que temía que sus compañeros de armas le persiguiesen por desertor y le matasen".

¿Cuál sería su sorpresa en esos instantes?

"Resulta, que el Gral. Juan Rodríguez forzó la marcha con sus hombres desde Picure a la Hacienda "La Florida", haciendo escala en el pueblo de Uricao. Yo creo que esas cosas sucedieron en 1.902, ya que mi abuelo Manuel María estaba en esa zona y viendo que después de tanto caminar lo agobiaba la sed, para saciarla moneó un inmenso árbol de cocos y estando en la cima del mismo se le ocurrió mirar hacia la casa solariega de la Hacienda "Uricao"; donde observó a un grueso de hombres mal vestidos quienes estaban armados de chopos, máuseres, espadas, dagas, lanzas y machetes".

"Lo extraño es que cada uno de ellos llevaban una cinta roja alrededor de su brazos izquierdo; esa vaina era una identificación muy extraña y si se quiere muy curiosa".

¿Qué significaría esa cinta en realidad?

Mi abuelo Santamaría Mayora, muy temeroso descendió de la mata bruscamente; rasguñándose todo el pecho y los brazos. Él intuyó que el peligro era latente allí en esa costa de Uricao, y cuidado si más allá de la misma; algo pasaba allá abajo a la orilla de la playa, y de esa manera fue como dejó a un lado la manea que colgaba encima, y desde arriba del árbol dejó caer el machete de punta; cuando de pronto oyó las palabras de un soldado solitario y rezagado del grupo castrista, que andaba de avanzada del grueso de la tropa que estaba en posición de combate en esas duras horas, preguntando el mismo: ¿Dónde está el meneador de cocos?

¿Qué no lo hemos visto por aquí?

"Mi abuelo con su manea y su machete se escondió detrás de un árbol de guayacán evitando que lo vieran los soldados allí acantonados y eso sucedió como a la una del día; después los soldados levantaron su campamento como a eso de las cinco de la tarde; esa gente eran soldados del Gral. Juan Rodríguez y este empedernido jefe seguía preguntando por el tumbador de cocos y nadie le respondía en el pueblo de Uricao".

"Mi abuelo Manuel María marchó hacia su guarida en La Ceiba, adonde arribó a eso de las 8 de la noche y tomándose en sus manos un cebo criollo caliente, se lo untó en donde tenía las heridas del pecho y en los brazos; encontrándose en ese momento en un fuerte estado febril o calenturas como la llamaban en esos tiempos. Sin embargo, el Gral. Juan Rodríguez en su marcha arribó al rancho de mi abuelo; saliéndole al paso mi abuela Paula León".

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Soldados en las guerras civiles

A finales del siglo XIX y comienzos del siglo XX

Cuando el Gral. Rodríguez la vio ante su presencia le preguntó: ¿Es usted la mujer de Manuel María, Paula?

Mi añorada abuela, a continuación le respondió: "… Sí, Gral. Rodríguez. Yo soy la señora de Manuel María…".

¿Qué se le ofrece?

El General Juan Rodríguez, con cara de muy pocos amigos, le manifestó: "…Señora Paula, dígale a Manuel María que salga ahorita pá fuera, que lo busca el Gral. Juan Rodríguez…".

Mi abuela Paula le respondió de esta manera al Gral. Rodríguez: ¡Gral. Rodríguez, mi marido Santamaría no se encuentra aquí en la casa ahorita!

En virtud a la situación vivida, el General Rodríguez en una actitud amenazadora le expresó estas desagradables palabras a mi abuela Paula: "… Bueno señora Paula, si Santamaría no sale en este momento, le voy a quemar la casa…".

Mi abuela como mujer de hombre de pelo en pecho, le salió al frente al Gral. Rodríguez; quien en actitud valiente, si se quiere, le dijo a mis tías Eustacia, Clemencia y a María Calixta que se mantuvieran en el interior del rancho y sin salir para nada del mismo; y retando al Gral. Rodríguez le gritó estas inolvidables palabras que recordamos como si fuera ayer mismo: "… Péguele candela al rancho con mis hijas adentro, si a usted le da gana Gral. Rodríguez…".

¡Pero, recuerde que arriba está mi Diosito y su Santa Madre que no le van a perdonar nunca si cumple sus amenazas!

"En eso mi abuela, le dijo a mi tía Dolores que fuese al lugar llamado La Colonia y le dijese a mi abuelo Santamaría, que el Gral. Rodríguez les iba a quemar la casa".

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Oficiales y soldados del ejército venezolano a finales del siglo XIX

"Al recibir mi abuelo Manuel María la infausta noticia; malhumorado y maldiciendo, se vino desaforadamente hacía donde estaban su mujer y sus hijas para ver qué era lo que quería hacer el soberbio Gral. Juan Rodríguez, quien más bien parecía un esclavizado convertido en mayoral en contra de la gente de su misma raza y color".

Una vez que llegó a su rancho, se metió hacia adentro del mismo; encontrándose de frente con el Gral. Rodríguez, quien sarcásticamente le dijo a mi abuelo: "… Mire Manuel María, yo lo vengo a buscar a vustéd, porque ahorita necesitamos reagrupar a la gente, ya que vamos a echar unos tiritos por ahí…".

¡Y recuerde siempre que usted es uno de los nuestros!

"Mi abuelo Manuel María tomó su maruja, pescado salado y algunas hallaquitas, y por supuesto su viejo máuser; uniéndose luego a las tropas del Gral. Rodríguez tomó el camino de Cuparal para llegar a El Güire, pasando por Los Cedros. Comenzando a notar algunas cosas extrañas en las actitudes que tomaba el Gral. Rodríguez y que no eran muy comunes en su forma de ser ante sus tropas".

"Mi abuelo Santamaría en la marcha se fue quedando rezagado entre los últimos, que de hecho fue muy forzada y aparatosa por aquellos parajes por donde transitaron ese día; ya que iban para una guerra muy arrecha, de la cual no sabían sus dimensiones y las tragedias que iban a causar".

Mi abuelo Manuel, presagiando que algo importante iba a pasar o a suceder en ese lugar, se le acercó al General Rodríguez y este le preguntó lo siguiente: ¿Por qué carajo usted se me queda siempre de último en esta vaina, Manuel María?

"Si sigues con esa guebonada Manuel María, te va agarrar el merequetengue".

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Casa del General Juan Rodríguez en Carayaca, año 1.937

¡Tú mejor que nadie sabe que es el merequetengue, Santamaría!

¡Ya lo vas a ver, Manuel María, ja, ja, ja!

¿Qué carajo le está pasando a usted, nojoda?

¿O es que usted no me conoce a mí, ah?

Mi abuelo Santamaría como buen representante de la negritud tarmeña y viendo que la vaina se ponía jodía, ya que parecía que se acercaba una revolución, le respondió con estas palabras al General Rodríguez:

"General Rodríguez, le quiero decir a usted ahora mismo, que el negro Manuel María Mayora, de aquí no pasa. Porque en estos momentos me voy para mi casa a atender a mi familia, haga lo que usted le venga en ganas en mi contra, Gral. Rodríguez".

El Gral. Rodríguez, extrañado por las palabras de mi abuelo Manuel María, le respondió de esta forma: "… Bueno, Manuel María, entonces usted me quiere decir, que me va a dejar solo en esta vaina…".

Recalcándole, mi abuelo Santamaría al Gral. Rodríguez: "… General Rodríguez, como ya le dije, me voy a mi casa a atender a mi gente; que los he dejado solos y a merced de las benditas revoluciones que se están dando en estas tierras y donde los pendejos corremos la peor suerte; mientras que ustedes son los que se llevan la mejor tajada del plátano que pelan…".

"General Rodríguez tome su chopo y la daga, que me voy pá el carajo, ya".

"El General Rodríguez recibió las armas que le entregó mi abuelo Manuel María y sin decirle nada al respecto, lo dejó ir tranquilo para su morada a atender a su esposa e hijas; más bien pareció algo extraño en ese militar que fue un negro arrojado y valiente en el campo de batalla".

"Por eso a veces decimos que nunca nos falta un Santo para rendirle devoción".

"Yo creo que hoy es cuando estoy saliendo de esa tremenda duda, que para aquel tenía entonces, ya que nunca pensé que esta historia que me había contado mi abuelo Manuel María Mayora iba a trascender en la historia del pueblo de Tarmas y mucho menos en la de toda Venezuela".

"Ciertamente, mi abuelo Ángel María intuía en esos instantes que algo feo venía y eso fue lo que realmente sucedió en esos días. Resulta que a los tres días de esa vaina se dio el Combate de Guenque, donde mataron al Gral. Esteban Lujan. Cabe destacar, que en esa acción sobrevivió mi tío Valentín Mayora, quien era hermano de mi tío Francisco Antonio "Panchón" Mayora. Este último tío mío nació entre las haciendas de Uricao y La Florida el 4 de abril de 1.890.

"Mi tío Valentín Mayora era hermano de mis tíos Fermín, José de Los Santos, Juan de Mata, Eugenio y Petra Mayora. Todos ellos nacieron allá en la antigua Hacienda "Chichiriviche" y eran familia directa de Santos Mayora, quien es mi hermano por parte de padre y que aún vive allá con su mujer y sus hijos en esas costas donde los indios Tarmas derrotaron al Capitán Alonso de Ojeda en 1.499".

Mi hermano Santos Mayora es hijo de mi difunto padre Juan de Jesús León con la negra Florencia Antonia Mayora. Ella es prima hermana de la negra Petra Ercilia Mayora quien está vinculada al negro Olegario Mayora, marido de Lucía Mayora y hermana de Justa, Ernesta y Domingo Mayora. Ellos eran familia de la señora Epifanía Mayora, ya que mi papá fue su padrino de bautizo.

Mi tía Petra Mayora era la madre de Manuel, José Inés, Aureliana, Damacia, María Soledad, Juana y Simona Mayora. Mi tío Valentín Mayora fue medianero en la Hacienda "Curiana" de la familia Santi-Alvins-Rolando y con el correr de los años murió en ese lugar en 1.947.

Mi tío Valentín Mayora sobre el combate de Guenque, me contó lo siguiente:

Sobrino Nicanor, el Combate de Guenque comenzó como a las ocho de la mañana. Yo me dirigí en compañía de un compañero de infortunios hacía la piedra de Guenque; nos montamos encima de la misma, ya que por debajo de ella batía el mar y en su interior había una cueva; de pronto sonó un tiro y mi compañero se hizo el muerto en tierra; en eso llegó un soldado que por su acento era andino, quien dijo estas palabras: "… Ores…, ala…, este toche está muerto, bueno vamos a meterle la bayoneta, pá ver cómo está el mal parido, pues…".

Cuando el soldado andino le metió la bayoneta a mi paisano, se oyó un tremendo alarido de muerte; fue algo horrible lo que le sucedió a ese cristiano en ese momento, que ahora no quisiera recordar. El soldado castrista miró hacia donde yo estaba en ese momento, gritándome: "… Mira negrito, ven acá, ven, ven…".

¡Ven que te tengo un regalito, pá tí!

"Y yo como era algo avispado en esas lides y que de guebón nada tenía, pegué un tremendo salto y rápidamente traté de retirarme de ese lugar; cuando sonó un disparo de máuser, no quedándome más remedio que lanzarme al agua; una vez sumergido en esas aguas me quité el pantalón y el interior que era muy largo; teniendo que botar mi viejo máuser, para poder quitarme todo peso de encima y nadar con más facilidad en el agua".

Entonces fue cuando tomé mi taparita que estaba llena de agua para beber y en el momento en que me sumergía y volvía aparecer sobre el agua, sonó otro disparo de fusil. Pero, le dieron a la taparita que tenía colgada encima; viendo lo que pasaba afuera, me hice el muerto y me dejé llevar por la corriente aguas adentro, cuando de pronto oí un grito del francotirador, que le decía a sus jefes: "… Carajo, le di, le di; maté a ese gran carajo, está muerto, maté al negrito…".

"Lo zamurie, lo zamurie, ja, ja, ja".

"Ellos creyeron que la vaina era verdad y no volvieron a dispararme más; después que hube recorrido una buena distancia a nado y estando a merced del agua los perdí de vista; como a eso de la siete de la noche salí a la orilla de la playa por los lados de Picure; donde tumbé unos cocos para saciar la sed; quitándoles las conchas con una piedra, sacie mi hambre; sintiendo que la mandíbula se mes desprendía, debido al tiempo que estuve sumergido en el agua".

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Pueblo de San Francisco de Asís de Naiguatá, año 1.900

"Entonces agarre mi pañuelo, que nunca me falta y me lo coloque en la cabeza, aguantando el maxilar; sentí un gran escalofrío en esos momentos, yo creo que me jodió el frío del agua, sobrino Nicanor".

"Allí en Picure encontré un cayuco y me monte, y a punta de canalete me fui remando hasta las playas de Uricao, que era donde estaba mi gente; llegando allá a eso de la cinco de la mañana".

"Esa triste noticia le llegó a mi abuelo Santamaría Mayora en La Pericosa; ya que él le había presagiado a nuestra familia lo que iba a pasar con esa bendita guerra que agobiaba a nuestra gente en esos tiempos y esas tropas andaban buscando como palito de romero a mi tío Valentín Mayora".

"Mi abuelo me contó esas cosas y me dijo también que la esposa del Gral. Esteban Lujan vivió en Puerto Viejo en Catia de La Mar. Pero, hay que decir la verdad de las cosas, el Gral. Lujan se amancebó con mi tía Floripa León. Pá que ustedes vean lo que es la vaina; Feliciana era la madre de mi compáe Regino Mayora, cuando joven ella trabajó en la casa del Gral. Esteban Lujan. Mi tío Valentín Mayora tuvo los siguientes hijos Otilio, Carmelo, Justo, "Longa" y Agapita.

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Los responsables de la agresión a Venezuela en 1.902

"Mi tío Valentín Mayora fue un buen cuatrista y se salvó milagrosamente en Guenque, porque era devoto de La Virgen de El Carmen. Allí en Uricao hubo como 300 muertos por los ataques del indio Nicolás Rolando Monteverdi; donde resultó herida la señora Anacleta Gutiérrez en el brazo izquierdo a causa de una bala de máuser, que luego le amputaron. Ella era la mujer del maestro de educación popular Juan Pablo Tortoza, quien era familia de mi primera mujer Cayaya Bello".

"Yo tuve la dicha de haber conocido a la señora Escolástica en el sitio o puerto de Manzanillo, quien también fue herida en ese combate que se dio en la vieja Hacienda Uricao, que perteneció a los Mantellini y a los Zuloaga".

"Esos cristianos fueron sepultados colectivamente y en fosa común donde construyeron la piscina del Club "Oricao"; desenterrándose los mismos a comienzos de la década de los ochenta del siglo pasado. Mi abuelo Ángel María me contó que el Gral. Esteban Luján sabía que las tropas del Gral. Nicolás Rolando Monteverdi venían por mar y desde Cabo Codera aparecerían con dirección a las playas de Uricao".

"Ellos pensaban unirse a las fuerzas de la Revolución Libertadora; ya que venían reclutando hombres desde el pueblo de Naiguatá; donde uno de sus compadres fue un brujo muy conocido en la zona y quien lo cruzó para que no le sucediera nada en combate".

Resulta, que las tropas del Gral. Luján pasaron por su conuco y le mataron los animales; comiéndoles en los sembradíos sus cultivos; diciéndole estas palabras el brujo tarmeño:

"Compáe Luján, carajo; sus muchachos me comieron los anímales y me dañaron mis siembras. Si me hubieran pedido que les diera de comer, yo lo hubiese hecho; pero de esa forma no, compáe".

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General Dr. Nicolás Rolando

El Gral. Luján, airadamente, contradijo a su compadre: "… Bueno vale. Sí, lo hicieron mis soldados…".

¿Y qué?

Ante tales palabras, el curioso y brujo de Naiguatá, le señaló estas palabras: "… Está bien compáe, no ha pasado nada; váyase con sus hombres, no ha pasado nada…".

¡Qué le vaya bien, compáe!

A susurras, el brujo tarmeño manifestó: "… Ya vas a ver lo que te espera, compáe…".

¡De esta no te salva nadie, carajo!

¡Por ahí te vas a encontrar, quien te va a dar una trompada de verdad, que te vas a caer de culo por abusador!

Los viejos tarmeños contaban que el brujo le retiró la protección y así fue como al Gral. Esteban Luján comenzó a salirle mal las vainas. Una vez muerto fue enterrado al lado de una mata de mango que hubo en el paso que había en el Río Mamo hacía Catia de La Mar. Allí se mantuvo tumulado su cadáver por algunos años; cuando sus hijos lo desenterraron notaron que el cuerpo del Gral. Lujan aún se conservaba intacto; ya que a los muertos antes los preparaban con sal y de esa manera le sacaban todo el líquido que el cuerpo tenía.

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Soldados afro-descendientes del Ejercito Restaurador del General en Jefe Cipriano Castro Ruiz, a comienzos del siglo XX.

El soldado castrista Pedro Antonio Tovar alias "Guardia" natural de La Victoria y quien vivía en el sitio de Las Adjuntas en las cercanías del pueblo de Tarmas y conversando con el tarmeño Ramón Díaz Carrasquel en la plazuela del pueblo de Tarmas por la década de los años veinte del siglo XX, le narró estos relatos de historia militar en la cual fue uno de sus protagonistas en esos tiempos.

"Ramón, la verdad fue que a nosotros nos enviaron allá era con el fin de acabar con esos bandidos de La Libertadora, porque había que darle duro a esa sirena a quien llamaban Manuel Antonio Matos; quien no era General del ejército, ni un coño e madre; ese malparido fue banquero y era el hombre de la plata en esa vaina o gran mariqueron, vale".

"Ramón, debo decirte que a esos carajos ya lo habíamos jodido en el Combate de Guenque, cerca de aquí de Tarmas, entre Mamo y Arrecifes. Allí batimos a nuestro viejo amigo el Gral. Esteban Lujan, quien fue Jefe Civil de Carayaca y no nos queda más que decir en este momento, que ese buen hombre murió allí, vale".

¡Esa vaina le pasó al General Lujan por pendejo y por no haberse cuadrado con el General Cipriano Castro!

"Ya que unas semanas atrás, el Indio Nicolás Rolando Monteverdi desde el vapor que llevaban atacó a las fuerzas castristas en Uricao; dejando una gran cantidad de muertos entre esos pobres negros pobladores de ese sitio; quienes fueron enterrados en las orillas de la playa misma".

"Si más no recuerdo, yo creo que el único sobreviviente de esa escaramuza fue el negro Valentín Mayora, quien ahora anda por los lados de la Hacienda Curiana trabajándole de medianero a José Minos Santi. Sí ese que es hermano de José de los Santos, Manuel y Fermín Mayora en Chichiriviche de la costa".

¿Claro, no le va a trabajar a esa gente?

Ellos le dieron trabajo más por agradecimiento que por otra vaina, que van a estar queriendo los Santi y los Alvins a los negros de estas corridas, vale. Esos son unos coño e madre, esa es la mismita realidad; figúrate que Ramón Alvins Rolando se casó con una hija del guayanés José Minos Santí; a esa gente la jodimos nosotros en la Batalla de El Zamuro en Ciudad Bolívar en 1.903".

Antes de que se dieran los sucesos a través del Combate de Guenque en nuestro litoral central en 1.902, el General en Jefe Manuel Antonio Matos-Páez Tinoco fue considerado Jefe Supremo del Ejército Libertador y Jefe Provisional del Gobierno de la República de Venezuela. El escritor Luis Fossi Barroeta en su obra "Política en tono menor", haciendo referencia al General Dr. Roberto "Tuerto" Vargas, manifestó lo siguiente:

"… Fue La Libertadora uno de los ciclos bélicos más prolongados y expectantes que ha presenciado la Nación. Aparte de los grandes recursos económicos de que se dispuso, logró arrastrar un proclaje de militares y políticos prestigiosos, afiliados a diferentes bandos, que le dio fisonomía propia desde sus momentos iniciales…".

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Con este trabajo histórico perteneciente a la historia regional del Edo. Vargas, puerta de entrada a la República Bolivariana de Venezuela, les rendimos un claro homenaje a al descendiente de los indígenas de Tarmas José Félix Tortoza Castillo y Sebastián Kienzler Tortoza, al viejo soldado castrista Pedro Antonio Tovar "Guardia, al afro-tarmeño Nicanor León Mayora "Iba" y al único sobreviviente de esta amena tertulia de gran contenido histórico en los anales de la historia militar venezolana, centenario Agustín Peinate.

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León Manuel Morales

Francmasón Past Master Grado 33º

Oficial de Marina Mercante

Patrimonio Cultural Viviente del Edo. Vargas

0426-9006413

mblp2004ahoo.com

BIBLIOGRAFÍA

FOSSI BARROETA, Luis. "Política en tono menor", 1.962.

MORALES, León M. "Tarmas: Memoria Histórica y Oralidad, Tradición y Cultura", 2.006. "Comandante General José Tomás Boves, Timonel en la Libertad del Pueblo Venezolano", 2.008.

RODRÍGUEZ, Manuel Alfredo. "Tres décadas caraqueñas", Monte Ávila Editores.

VELÁSQUEZ, Ramón J. "Memorias de Venezuela", Ediciones Centauro/ 91, Caracas.

 

 

Autor:

León Manuel Morales

 

Partes: 1, 2
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